jueves, 21 de septiembre de 2017

El inmovilismo



Mucho se ha dicho sobre la crisis política que vive España con el intento de secesión de una parte de su territorio. Las posiciones parecen claras. Por un lado, está la Generalitat (el gobierno regional) –donde gobiernan los secesionistas– que sostiene que Cataluña tiene derecho a separarse de España si así lo deciden “los catalanes”. Por el otro, tenemos al gobierno nacional, que simplemente se ha limitado a recalcar una y otra vez que la ley está para cumplirla y que se va a cumplir por las buenas o por las malas.

Más allá de las críticas que se puedan hacer de bando y bando, hay aspectos de este conflicto que a mí me han parecido obvios desde hace tiempo y que no han sido mencionados en los innumerables artículos que los periódicos peninsulares han dedicado a la crisis territorial.

El primer aspecto que me salta a los ojos es el hecho de que, diga lo que diga el PSOE, aquí no hay negociación ni punto medio posible. ¿Por qué digo esto? Por una razón muy sencilla. Esto es un conflicto en el que las dos partes están intentando contestar a una simple pregunta: ¿Quien “manda” en Cataluña? ¿El gobierno regional de Junts pel si y las CUP? ¿el gobierno nacional de Rajoy o de quien sea el inquilino de turno en La Moncloa?
Para un jurista la respuesta es obvia: quien manda es el imperio de la ley. Esto, para los que no somos juristas, quiere decir, a grandes rasgos, que nadie está por encima del orden constitucional vigente. Ni siquiera los gobernantes.

Los políticos separatistas han argumentado que, cuando la ley es injusta, no se debe obedecer. Y cuando se les ha preguntado quién decide qué leyes son justas o injustas (y por lo tanto qué leyes hay que obedecer y cuáles deben servir para avivar las chimeneas), las insinuaciones que dan parecen apuntar a una sola palabra: “nosotros”. Los políticos nacionalistas, y solamente los políticos nacionalistas, deben poder decidir qué ley les debe afectar. Ellos, y sólo ellos, deben poder decidir qué jueces los pueden juzgan y de cuáles se deshacen por incómodos. 

Se han valido de ejemplos históricos como el de Rosa Parks, histórico personaje que fue quien encendió la mecha del movimiento social que llevo a la igualdad de derechos en los EEUU. Lo que no mencionan es que, en aquella época, en EEUU los negros no tenían derecho a votar y mucho menos a ser elegidos. Por lo tanto, su desobediencia estaba justificada al ser, de hecho, un pueblo oprimido ya que no estaban siendo parte del proceso de gobernar, legislar y realizar otras funciones públicas. ¿Alguien se atreve a decir, sin miedo a hacer el ridículo, que los catalanes están hoy en España en la misma situación que los negros en los EEUU antes de la ley de derechos civiles? 

Estamos pues, no ante el “movimiento de un pueblo oprimido” sino a una simple y llana lucha por el poder. Los separatistas ya no se contentan con tener las competencias en educación. No se contentan con tener los trenes. No se contentan con tener las competencias sobre la policía, la recaudación de ciertos tributos, la sanidad y una amplia autonomía legislativa y ejecutiva hasta el punto de poder tener embajadas repartidas en todo el mundo. Para ellos el Estatuto de Autonomía de 2006 quedó derogado por la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 por una sencilla razón: les quitaba el control sobre la justicia que habían diseñado (el “Consejo de Justicia de Cataluña”) y el poder de negarse a contribuir con los fondos de solidaridad entre Comunidades Autónomas (las regiones que existen en España). Da igual que le dejasen todo lo demás, eso era lo “único” que querían. 
 
Después de la feroz campaña que emprendieron hace seis años contra la constitución, este era el desenlace natural. La desobediencia, la rebelión, la sedición. Quienes hace años hablaban de choque de trenes, es porque veían venir este desenlace. Es decir, este conflicto se veía venir desde hace mucho tiempo. 

Lo que me trae a mi segundo punto. ¿De verdad alguien se cree que la actitud del gobierno de Rajoy, ese famoso inmovilismo, es por incompetencia, incapacidad de respuesta, dejación de funciones o algo parecido? Personalmente, a mí siempre me ha dado la sensación de que Rajoy ha estado esperando pacientemente a que este tren llegase a su estación. Si juega bien sus cartas, los separatistas acabarán en el más rotundo de los fracasos. Sin independencia, sin sedición consumada, con sus líderes inhabilitados y con una Cataluña con su autonomía amputada. Sirviendo de escarmiento al resto de nacionalismos periféricos y dándole un mensaje muy importante a toda la clase política española: a los nacionalistas no hay que darles más autonomía para evitar su independencia, también es viable recordarles –de una manera u otra– que no se pueden independizar sin antes cambiar la constitución. Este mal entendido inmovilismo del que hablan todos, de llegar a buen puerto, será la mejor jugada de Rajoy en toda su carrera política. ¿Cuál sería el futuro a medio plazo, por ejemplo, de los fueros vascos y navarros si en este conflicto se llega a demostrar que en democracia también se pueden derrotar sediciones secesionistas? Pero eso ya es otro tema.  

Si los catalanes no son un pueblo oprimido, su desobediencia no es legítima. Toca respetar las leyes y cambiar las que no gusten. Una de las principales diferencias entre una democracia y una dictadura es que en las democracias tenemos el derecho a cambiar las leyes, y las mismas constituciones, si éstas no nos gustan. El problema, que algunos no parecen querer entender, es que para ello se necesita de mayorías. Y si no se tienen…pues a construirlas.

miércoles, 24 de febrero de 2016

El nuevo acuerdo y los nuevos bandos

Ha habido humo blanco en las negociaciones entre el PSOE y Ciudadanos. Al tratarse de un acuerdo de gobierno y no solamente para la investidura, muchos son los temas que abarca dicho pacto. Tantos, que se hace imposible abarcarlos todos en un solo escrito. Por ello, hoy me centraré en los temas económicos de mayor calado que se incluyen en dicho acuerdo. 

En un primer análisis, el área económica podría dividirse en 3 grandes temas: fiscal, laboral e institucional. En el primero, tiene la virtud de buscar un aumento de recaudación sin aumentar impuestos, a través de la reducción de las deducciones fiscales y la armonización de algunos impuestos que, como el de sucesiones, hoy en día dependen en su totalidad de las Comunidades Autónomas, llevando a situaciones muy dispares. También aboga por adelgazar la estructura del Estado suprimiendo las diputaciones provinciales, medida con la que, de acuerdo a los cálculos publicados en la prensa, se ahorrarían entre 5 y 6 mil millones de euros. Sin embargo, esta última medida, al requerir reforma constitucional, es muy difícil que se aplique ya que requiere del “Sí” del Partido Popular, que ya ha manifestado su desacuerdo. Queda por ver qué medidas plantearán para la reducción de la burocracia estatal.

A nivel laboral, el acuerdo reduce la brecha entre costes de despido de un trabajador temporal con un trabajador fijo sin rebajar la de éstos últimos y sin aumentar las barreras de entrada al mercado laboral. Esto lo hace mediante la introducción de un nuevo contrato con indemnizaciones crecientes que sustituirá al actual contrato temporal. Dicho contrato tendrá, el primer año, exactamente la misma indemnización que tiene hoy un contrato temporal (12 días) y el 2do año será de 16 días, facilitando así la transición a los 20 días de indemnización por despido de los contratos fijos. De esta manera se desincentiva el despido luego de que se acaba el contrato temporal de un trabajador. Por el contrario, dicho "contrato puente" busca incentivar la conversión de trabajadores temporales en trabajadores fijos una vez cumplidos los 3 años.

Los trabajadores por cuenta propia (autónomos) y, sobre todo, los aspirantes a serlo también salen beneficiados en este principio de acuerdo de gobierno, ya que una de las medidas recogidas en el mismo es la reducción de las cuotas de los autónomos a la seguridad social de €267,03/mes (cuota para la base mínima en 2016) hasta 45€/mes para todos aquellos que no hayan alcanzado el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). El SMI, además, se aumenta en un 1% con el objetivo de recuperar parte del poder adquisitivo perdido en los últimos años, que se estima en poco más de 4%. 

Pero lo más importante de este acuerdo (en lo que a la economía se refiere) es, sin duda alguna, el tema institucional. Hoy en día las barreras de entrada a nuevos competidores en sectores como las telecomunicaciones o la energía, entre otros, son enormes. Al impedir la entrada de nuevos competidores, se impide que haya más inversión y, por tanto, más creación de empleo de calidad. Además, esta situación ha generado que estos sectores se desempeñen con mercados oligopólicos en los que los consumidores son los que se han visto más afectados. El acuerdo de gobierno entre PSOE y Ciudadanos plantea la revisión de la regulación en los sectores de telecomunicación, energía e infraestructura para fomentar la entrada de nuevos competidores y así acabar con la situación actual que ha llevado, entre otras cosas, a que los españoles soporten una de las tarifas energéticas más altas de Europa (sólo por citar una consecuencia en uno de los sectores). Lo mismo ocurre con el planteamiento de avanzar en la liberalización del acceso y ejercicio a los servicios profesionales.

En este mismo punto (el de reforma institucional), la reforma de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (a la que, entre otras cuestiones, se le añadirían las competencias de protección a los consumidores, tal y como ocurre en otros países de la UE), así como también la reorganización de la estructura institucional para supervisión financiera, ambas reformas destinadas a dotar a estas instituciones de una mayor independencia, son muy prometedoras ya que en los países en donde dichas instituciones no dependen del gobierno de turno se suelen evitar los chanchullos típicos que suelen darse en instituciones económicas que dependen de políticos (el tan conocido amiguismo que tanto daño ha hecho a la sana competencia que debe existir en todo mercado). 

Otra de las mejoras institucionales que plantea el acuerdo y, sin duda, un incentivo para aumentar la calidad del mercado de capitales español es el siguiente: “Incorporar en la legislación correspondiente un nuevo modelo de gobernanza empresarial para las grandes empresas que: (i) refuerce el papel de la Junta de Accionistas ante decisiones relevantes de la empresa; (ii) separe las funciones de dirección estratégica (Consejo de Administración) de las de la gestión diaria; y (iii) refuerce los mecanismos de control y supervisión sobre los gestores, otorgando mayor poder y relevancia a las comisiones delegadas del Consejo, por ejemplo los comités de auditoría y remuneraciones, que deberán ser presididos por consejeros realmente independientes”. Poco puedo añadir a una reforma que refuerza el poder de los accionistas en lo que, por derecho, ya son sus empresas.

Incluso hablando sólo de economía el material da para extenderse mucho más, ya que, salvo la subida del SMI, todas estas medidas son las propuestas que había hecho Ciudadanos en su programa electoral para las pasadas elecciones generales y que han sido incluidas en este principio de acuerdo. Es decir, que aún faltan por mencionar las medidas añadidas por el PSOE, sobre todo en lo que se refiere a materia de política social y negociación colectiva, pero eso por sí mismo da para otro escrito. 

Mi opinión
Por sí solas, estas reformas son muy positivas e impulsarían a España a otro nivel de desarrollo económico y social. Pero además, es muy positivo que ahora el escenario político esté cambiando y que haya partidos importantes que hayan logrado alcanzar acuerdos de tal envergadura. Una de las primeras y principales consecuencias de este acuerdo ya se ha visto en los medios de comunicación. Ahora los bandos de “rojos vs. azules” que han dominado la política española desde hace un siglo parecen estar difuminándose. A primera vista, al poner este pacto sobre la mesa, se ha visibilizado que, aunque sigue habiendo 2 bandos, éstos son nuevos: por un lado, están los que quieren seguir en la dinámica política de frentes y trincheras afianzada desde antes de la guerra civil –léase PP y Podemos- y por el otro, están los que han negociado y redactado este acuerdo punto por punto pensando más en su contenido que en quién va a ser vicepresidente o presidente del gobierno. 

Este escenario de confrontación entre dialogantes vs. frentistas puede que sea el que domine la política este año, no sólo de cara a la venidera votación de investidura la semana que viene, sino también de cara a una más que probable repetición de elecciones. Es posible que, de repetirse las elecciones, la polarización no sea ya entre PP y Podemos, como querían ambos, sino entre quienes están a favor de este pacto y quienes están en contra. Es decir, este acuerdo, en términos políticos, ha puesto en evidencia lo que viene siendo una realidad desde 2014: que PP y Podemos actúan, de facto, como aliados en una estrategia de “pinza”: apretar al centro desde los extremos. El quedar en evidencia ha cabreado a ambos. Los dos partidos frentistas, previsiblemente, votarán juntos “No” a la investidura de un gobierno que pondría en marcha las medidas contenidas en este acuerdo. A ambos les interesa que la política siga siendo como ha sido siempre: de trincheras. A ninguno de los dos le interesa que organismos independientes controlen y pongan límites al poder de sus hipotéticos “futuros gobiernos”.

miércoles, 13 de enero de 2016

Coyuntura actual, explicada para no-venezolanos

Después de perder el pasado 6D el control del parlamento de una manera tan estrepitosa ante la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) se ha enfocado en controlar daños. La maniobra más descarada ha sido la de nombrar a magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), saltándose todos los procedimientos establecidos en la Constitución y en las leyes.

Dicha maniobra no tardó en surtir efecto: el nuevo TSJ declaró que los 4 diputados del Edo. Amazonas (3 de la MUD y uno del PSUV) no podían tomar posesión de su cargo de diputados a pesar de haber sido proclamados como tales por el Consejo Nacional Electoral (CNE). La MUD, ante esta maniobra que la priva de los 2/3 que le dieron las urnas legítimamente, decidió que la Asamblea Nacional (AN), dentro de su autonomía, juramentaría a los diputados de dicho Estado ya que la medida cautelar que ordenaba el TSJ era “inejecutable”. El PSUV, a través de su jefe, Diosdado Cabello, ordenó a su nuevo TSJ declarar a la AN en desacato y, en consecuencia, declarar que todo lo que emane de la misma carece de validez. Dicho y hecho: a los nuevos magistrados les faltó tiempo para obedecer las órdenes de Cabello y declarar a la AN en desacato en tanto no desincorporase alos diputados del Edo. Amazonas.

Podrán preguntarse desde afuera qué diferencia hay con que la MUD controle 2/3 de la AN, 3/5 ó la mitad más 1. Pues bien, la mitad más uno (84 diputados de una cámara de 167) puede aprobar leyes ordinarias y presupuestos, así como llamar a declarar a los ministros del gobierno. Los 3/5 de la AN pueden, además, aprobar o anular leyes habilitantes al Poder Ejecutivo (una figura jurídica en Venezuela en la que el parlamento le permite al poder ejecutivo aprobar leyes sin que éstas pasen por dicho parlamento). Los 2/3 de la cámara, además de todo lo mencionado anteriormente, pueden aprobar leyes orgánicas, destituir ministros, nombrar a los magistrados del TSJ, a los rectores del CNE, al Fiscal General de la República, al Contralor General de la República, al Defensor del Pueblo, etc. Además, los 2/3 de la cámara pueden iniciar un proceso constituyente o empezar el proceso de solicitud de referendo revocatorio sobre cargos electos, si bien esto conlleva un procedimiento más largo sobre el cual no me extenderé aquí. Muchos abogados especialistas seguramente añadirán muchas más funciones de cada uno de los tipos de mayorías, pero esas son esencialmente las principales (para más información sobre las funciones de la AN, hacer clic aquí)

Es decir, que los 2/3 de la AN en manos de la MUD era (es) el peor de los desastres para el PSUV, ya que le arrebataba el control sobre las instituciones. Si bien a la MUD se le iba a hacer complicado destituir a los magistrados del TSJ nombrados por la AN saliente, con 2/3 de los diputados podían (y así anunció Jesús Torrealba que harían) modificar la Ley Orgánica del TSJ para aumentar el número de magistrados de dicho tribunal y nombrar a los nuevos magistrados, de tal manera que el PSUV perdiese el control sobre el Poder Judicial (de hecho esto fue exactamente lo mismo que hizo el PSUV en su tiempo para ganar el control sobre este poder). Similares maniobras podían realizarse para arrebatarle al PSUV el control del CNE y los demás poderes. De tal manera que, con la MUD controlando los 2/3 de la AN, el régimen de Maduro tenía los días contados ya que ni siquiera podrían contar nuevamente con un CNE sumiso ni utilizar la justicia como órgano de represión contra opositores políticos (cabe recordar que aún hay alrededor de 80 presos políticos en Venezuela). Poco faltaría para que, una vez nombrado el nuevo CNE y el nuevo TSJ, se lanzase el órdago: el referéndum revocatorio sobre el presidente de la república.


Ese escenario “fatal” para el chavismo lo han logrado evitar ellos mismos, al menos de momento. Al suspender “cautelarmente” la juramentación de los diputados el Estado Amazonas, la MUD se queda con 109 escaños, a 3 de los 2/3 de la cámara. Pero tarde o temprano el TSJ tendrá que decidir si los diputados se incorporan o si se repiten las elecciones en las circunscripciones impugnadas. No debería sorprendernos si, mientras el TSJ se toma su tiempo, hay una “mudanza” masiva de votantes del PSUV a las circunscripciones impugnadas. Todo es posible en Venezuela.

martes, 8 de diciembre de 2015

Estrategas de victorias y estrategas de derrotas.


Tan solo hace 2 años desde que el Consejo Nacional Electoral (CNE) se negó a hacer un recuento de votos después de que existiesen dudas razonables sobre un número suficiente de ellos como para decidir la elección presidencial. A partir de entonces, a la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) la dividió profundamente la estrategia a seguir. Por un lado, Henrique Capriles, gobernador del Edo. Miranda y entonces candidato presidencial por dicha coalición, decidió seguir una estrategia pacífica de llevar a todas las instancias legales nacionales e internacionales la impugnación de aquellas elecciones. Dichas acciones legales fueron acompañadas por la explicación, tanto a nivel nacional como internacional, de la manera en la que el gobierno incurrió en serias irregularidades en la elección presidencial. Por el otro lado, una facción dentro de la coalición opositora, autodenominada La Salida, decidió que la vía a seguir eran las protestas de calle para provocar la dimisión de Maduro. Éste movimiento agarró mucha fuerza al unirse a las protestas estudiantiles que legítimamente estallaron en los estados andinos después de que se denunciara la violación de una estudiante por parte de supuestos militares. Las violentas represiones por parte del gobierno central no sólo aumentaron la violencia de dichas protestas estudiantiles sino que provocaron el aumento del número de estudiantes que salían a protestar día a día.

En un principio, la estrategia de Capriles no hizo sino beneficiar a La Salida, ya que éstos argumentaban que, al ser la presidencia de Maduro el producto de un fraude, él no era el presidente legítimo y el deber de todos era salir a protestar hasta derrocarlo. El descontento era tan grande que mucha gente los siguió. Sin embargo, a La Salida le pasó como a los comuneros de Castilla al ser rechazados por la misma reina Juana, cuya legitimidad decían defender. La Salida no reconocía la legitimidad de Maduro por ser producto de un fraude electoral, pero ese argumento desembocaba en la natural conclusión de que el presidente legítimo (y por tanto el líder de las fuerzas adversas al PSUV) era Capriles…y fue el mismo Capriles el primero en señalar que la violencia no era (ni es) el camino. Él mismo se ocupó en hacer público su rechazo a la conducta de quienes dirigían La Salida. El movimiento de López, Machado y Ledezma había fracasado. Sus principales consecuencias fueron las muertes, prisiones y frustración general de quienes participaron en él…por no hablar del cisma que provocaron en la MUD en busca de su beneficio particular.

El camino de Capriles era radicalmente opuesto. Sostuvo que no se puede ganar en la calle lo que se ha perdido en las urnas. Sí, perdido. Porque aunque Maduro haya hecho trampa, se salió con la suya en 2013 porque la victoria, decía Capriles, fue muy estrecha (50-49). Capriles sostuvo desde un principio que sólo una mayoría fuerte, clara y contundente podría evitar a la vez un fraude y una guerra civil. Con un país dividido a partes iguales y las instituciones controladas por el gobierno, decía, lo más probable es que “gane” el gobierno. El desastre económico ya estaba servido y Capriles proponía algo tan simple y complejo a la vez como era esperar y seguir haciendo campaña.

El tiempo le ha dado la razón. A nivel interno, está muy claro que Capriles ha probado sus dotes de estratega no sólo a corto plazo sino a medio y largo plazo también. Ha sabido aguantar acusaciones tanto por parte de La Salida (que le acusaban de “blando” y hasta de “traidor” y “colaboracionista”) como por parte del PSUV (quienes le llamaban “delincuente” e “instigador a la violencia” por no reconocer la “victoria limpia” de Maduro). Ha logrado defender la unidad en los momentos más difíciles y, sobre todo, ha sabido mantenerse firme en su estrategia de construir una mayoría a pesar de haber estado recibiendo ataques por la derecha y por la izquierda. Ha sido su estrategia la que nos ha llevado este pasado domingo a cosechar la mayor de las victorias que ha conseguido fuerza o coalición alguna desde 1983, cuando AD logró obtener 2/3 de ambas cámaras del entonces Congreso.

Sin embargo, La Salida, aunque no contribuyó a aumentar la popularidad de la MUD en las barriadas más pobres (más bien todo lo contrario, al proveer al PSUV con una excusa para los males del país), sí contribuyó a que la opinión pública internacional abandonase de una vez por todas al PSUV…incluidas las izquierdas internacionales, salvo contadas excepciones. Sus acciones provocaron una reacción muy torpe por parte de Maduro, al enviar a la cárcel a sus máximos dirigentes y a decenas de estudiantes. Dichos encarcelamientos hicieron, de repente, que las denuncias de fraude en 2013 fuesen más creíbles. De repente, el del PSUV no era un gobierno campeón de los pobres sino un régimen en el que la gente tenía (y sigue teniendo) que hacer cola para comer y que se llevaba preso a quien se quejase. De repente, empezaron a ser frecuentes las visitas de ex-presidentes iberoamericanos a los presos políticos, visitas que fueron muy sonadas en toda Iberoamérica. A los aliados internacionales del chavismo les ha ido saliendo cada vez más caro seguir siéndolo (ahí está Podemos en España como ejemplo de ello, cuyo dirigente, Pablo Iglesias, se vio obligado en una entrevista a protestar por el encarcelamiento del Alcalde Metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma). Sí, quizás el mérito que tiene Capriles a nivel nacional, lo ha tenido La Salida a nivel internacional…y para todos está claro que el CNE no hizo la trampa esta vez porque no pudo. Porque esta vez fuimos muchos, porque seguimos unidos…y porque el mundo nos estaba viendo.

Como dice el refranero hispano: más corre un galgo que un mastín, pero si el camino es largo más corre el mastín que el galgo. 

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Imposible es sólo una opinión.

“Este pana no puede ser mucho mayor que nosotros” fue lo que pensé esa mañana de sábado en la que Álvaro, nuestro formador en la Sociedad de Debate, nos mostró, como ejemplos de refutaciones bien hechas, trozos de varios discursos de un joven diputado autonómico catalán que en aquel entonces era desconocido. Álvaro nos contó entonces que Rivera, el mencionado diputado, había pertenecido al club de debate de la Universidad Ramon Llull y que, representando a esa universidad, participó en laLiga Nacional de Debate de 2001. Con ese dato, llegué a mi primera conclusión personal sobre el Sr. Rivera: “con razón habla así…he’s one of us!” (sé que suena arrogante, pero fue lo primero que me vino a la cabeza). Podrán entender que para mí, ver a alguien que con sólo 3 diputados (de 135) le dijese al presidente autonómico (el cargo equivalente en Venezuela sería el de gobernador) las verdades que ni siquiera el jefe formal de la oposición se atrevía a decir, era algo inspirador. ¡Ya me gustaría a mí –pensé- poder decirle al Alto Chavismo las verdades que en su cara le dice Rivera a Montilla o a Artur Mas!. Poco sabía entonces que Chávez moriría antes de yo terminar la universidad y que sus sucesores se encargarían de encarcelar, en el mejor de los casos, a prácticamente todo aquel que se atreviese a decir 1/4 de lo que decía Rivera en sus discursos.

Verán, resulta que en la universidad uno puede aprender economía, derecho, periodismo, medicina, ingeniería…en fin, la carrera que uno elija. Pero poca gente aprende a defender sus ideas con claridad.

Tan solo un mes antes de yo irme de Venezuela, unos estudiantes que habíamos salido a protestar por el injusto cierre de RCTV, habíamos logrado detener en las urnas a Chávez por primera vez. Lo hicimos porque nuestra protesta evolucionó en una campaña de concientización que, a su vez, desembocó en una campaña electoral por el ‘NO’ a una reforma constitucional que prácticamente enterraba a la democracia que tenía ya casi 50 años vigente en el país…poco sabíamos que nuestra democracia solamente sobrevivió para morir otro día…pero eso es harina de otro costal. El caso es que fue en esa campaña en donde me di cuenta de que pocas cosas son más importantes que saber convencer. Convenciendo se puede fortalecer una democracia o acabar con ella. Convenciendo, puedes vender un iPod como algo revolucionario cuando en verdad ya los reproductores de mp3 tenían años en el mercado. Convenciendo, un profesor puede cambiar la vida de su alumno al despertarle el interés en una disciplina determinada o introducirle a nuevas ideas y corrientes de pensamiento.

Al entrar en debates, a ese objetivo de aprender a convencer se le añadieron otras dos palabras igual o más importantes: con ética. Nuestros 3 formadores eran, para mí, un dream team. Uno nos enseñaba cómo decir las cosas, a buscar nuestra voz interna y hacernos fuertes con ella; el otro, nos enseñaba cómo hacer para que esas formas tuvieran un fondo sólido y apoyado, si se podía, por estudios y expertos del tema que estuviésemos discutiendo; y nuestra tercera formadora nos enseñaba todos los detalles de los debates de competición y qué detalles teníamos que tener en cuenta en cada situación. Los 3 tenían, como puntos en común, su foco en inculcarnos que los debates debían ser de altura (“preparación, preparación y preparación”, solían repetir) y el juego debía ser limpio, entendiendo en este caso el juego limpio como no inventarse datos, hechos o argumentos…y tampoco dejar que el contrario lo haga.

Convencer con mentiras, medias verdades o afirmaciones carentes de toda lógica te convierte en lo peor que puedes ser en este mundo: un mentiroso, un manipulador y, en fin, un demagogo. Precisamente es de ellos de quienes nos queremos librar y para ello es que aprendemos a debatir: para que en el mundo de la empresa triunfen las mejores ideas y los mejores proyectos, para que los académicos puedan hacer saber al mundo de sus logros sin que la gente se duerma en sus discursos, y -no menos importante- para ver si algún día los que hablan con sentimiento de superioridad y prometen el paraíso en la tierra sin trabajo alguno dejan de ganar elecciones.

Hace 2 días, en las elecciones catalanas, ese partido cuyo líder fue miembro de un club de debates similar al mío, una persona que no ha tenido miedo en utilizar todas las herramientas que tan maravillosa disciplina nos ha dado para expresarnos con claridad, coherencia y, sobre todo, fondo, ha actuado de doble muro de contención. Por un lado, ha logrado romper la hegemonía de un discurso nacionalista impuesto por los que hasta hace poco eran los partidos hegemónicos. Por el otro, ha convertido en marginales a las fuerzas de los populistas que, como en mi tierra, pretenden ganar las elecciones a base de medias verdades y con carencia absoluta de un proyecto de país. 

¡Felicidades a Ciudadanos-C's! Espero que el auge de este partido demócrata-liberal español sea sólo el principio. Espero que en Iberoamérica, y en particular en Venezuela, tomemos el ejemplo de este grupo de personas que empezaron a actuar con la creencia de que con sinceridad, coherencia y claridad en el mensaje se puede llegar muy lejos.

Imposible es sólo una opinión.